Cómo afrontar y aceptar los cambios

Todo cambio es amado y temido al mismo tiempo por las personas. Mientras que unas aman los cambios para combatir la rutina o progresar en todos los ámbitos, otras odian el cambio, le temen lo ven como una amenaza a su propia estabilidad. Esto tampoco es una constante, la misma persona puede buscar algunos cambios y otros no o incluso puede querer cambiar algo y después arrepentirse.

El cambio no es bueno ni malo, son las personas dentro de un contexto las que le dan el juicio de valor. El cambio es cambio y nada más. Es inevitable y convivimos todo el tiempo con él, aunque no lo notemos.

Imaginemos un día cualquiera. El primer cambio es al despertar, después de estar dormidos pasamos a la vigilia; luego al levantarnos de la cama, cambiamos de posición; al lavarnos la cara, cambiamos de aspecto; al desayunar cambiamos sensaciones y así sucesivamente. Todo el día es una secuencia de cambios, uno tras otro sin pausa.

Sabemos que hay cambios buscados y cambios inesperados; cambios pequeños y grandes cambios; cambios que nos alegran y otros que nos llenan de tristeza. Ante el cambio, podemos aceptarlo y aprovecharlo o resistirnos y desaprovecharlo. De una forma u otra el cambio sucede sin consultarnos porque la vida, es en sí misma, es un gran cambio compuesto de infinidad de cambios más pequeños.

Aprender de los cambios es posible siempre que seamos conscientes que pueden suceder. En ocasiones nos chocaremos con la sorpresa, no sabemos qué hacer, sentimos que el mundo se derrumba; que no es una oportunidad sino una desgracia y nos dejan marcas profundas y aprendizajes.

Aceptar significa comprender que nunca podemos estar preparados para todos los cambios que aparecerán y que la estabilidad no es evitarlos sino mantenerse de pie por mucho que tiemblen las cosas.

No debemos olvidar que, tarde o temprano, todo cambia. El entorno, las amistades; los trabajos, los estudios; los prejuicios y los valores. La familia también cambia, el conocimiento y la rutina; la esperanza y el amor. Los milagros también son cambios y aunque Dios no cambia sí lo hace aquello lo que sabemos de él.

Resistirse a los cambios es resistirse a la vida. Podemos intentarlo pero será en vano porque tarde o temprano habrá que aceptar los hechos y eso será un cambio también.

Un caos que intentamos eludir esconde detrás un cambio. Hay algo más allá de ese torbellino de ideas que nos espera y lo seguirá haciendo hasta que tengamos el valor de enfrentarlo, con coraje, dignidad y la mirada en alto.

Ser partícipe de los cambios no quiere decir que siempre tenemos que estar de acuerdo o guardarnos la bronca que éstos nos generan. Por el contrario, participar es no dejar que sucedan en vano, que haber hecho el esfuerzo de enfrentarlos cara a cara haya valido la pena.

Siempre acepta tus sentimientos. Es normal sentirse incómodo o triste al enfrentar un cambio. Acepta estos sentimientos en lugar de reprimirlos o negarlos. Puedes buscar amistades, hablar con amigos o familiares. Las personas que te quieren pueden ayudarte a procesar tus sentimientos y a encontrar maneras de afrontar el cambio.

Intenta encontrar algo positivo en el cambio, aunque sea muy pequeño. Esto te ayudará a ver el cambio desde una perspectiva positiva y a compartirlo con tu grupo.

Planifica los cambios previstos con tiempo, no dejes que te abrume la ansiedad ante una situación esperada. La organización siempre ayuda a tener el control y a familiarizarte con los sucesos.

Aceptar un cambio puede llevar tiempo. No te presiones para aceptarlo de inmediato, date tiempo para procesar lo sucedido e incorporarlo a tu vida, con tiempo y esfuerzo podrás aprender a enfrentarlo y aceptarlo.

Cuando un cambio se repite posiblemente puedas identificar un patrón. Ante esta situación es mejor comunícaselo a tus seres queridos, no lo tomes a la ligera. Las repeticiones son como los frutos, siempre obtendrás los mismos frutos hasta que comprendas el árbol.

Aprende sobre la resiliencia. Esta capacidad te fortalecerá y te apoyará en las situaciones difíciles para recuperarte cada vez con mayor velocidad.

Estudia, fórmate, analiza, investiga. El conocimiento es la principal arma para mantener el control frente a situaciones inesperadas. Quizás puedas no estar preparado para todo pero si tienes un amplio conocimiento te permitirá tomar mejores decisiones. Incluso el ejercicio del aprendizaje te permitirá relajarte y distraerte, una buena forma de procesar los sentimientos.

Por último, es muy importante practicar la gratitud. Identifica qué oportunidades hay frente al cambio, busca las cosas buenas de tu vida y no permitas que una situación se haga sentir como una amenaza. Y si aún así, crees que no puedes mantener tu eje, puedes buscar ayuda profesional para afrontar ciertos hechos de manera saludable.

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